Era un Centro Cultural muy esperado por todos, y más por lo que implicaba para nosotras. Teníamos una gran sala, en la que la forma de colocar nuestras miniaturas, fotografías, pinturas y esmaltados en cobre, era primordial.
Queríamos conseguir que las personas que vinierais a visitarnos no os encontraseis con una sala fría y llena de cosas, deseábamos que sintierais ese cariño que ponemos en nuestros trabajos, que vierais, no a cuatro personas que exponían su arte, sino a un pequeño grupo de artesanas que están unidas a un proyecto y que a base de esfuerzo y de mucha ilusión, paso a paso, van consiguiendo sus objetivos.